Guía didáctica para el profesor
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Capítulo 1
RECONOCIMIENTO DE LOS SIGNOS DE
COMPROMISO VITAL
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Tenemos que tener muy presente que, en la valoración inicial, no siempre lo más
llamativo es lo que pone en peligro la vida del paciente y sin embargo otras lesiones
menos evidentes, sí pueden comprometerla.
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Al
reconocer signos de compromiso vital,
relacionando desviaciones de signos
externos respecto de los parámetros normales, seremos capaces de determinar el
estado real del paciente.
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Sabemos que la
vía aérea
son las estructuras que facilitan el paso del aire desde
el exterior hasta el alveolo pulmonar. Si somos capaces de valorarla de una forma
adecuada y mantener su permeabilidad, aseguramos un importante éxito en nues-
tra intervención, ya que la afectación de la misma es lo que más mortalidad causa
en este tipo de pacientes.
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Un excelente Técnico en Emergencias Sanitarias debe aprender
a reconocer los
signos de compromiso vital de forma sistemática y rápida,
empezando por
aquellas alteraciones que supongan un riesgo vital inmediato, pudiendo englobar
estas en: aparato respiratorio, circulatorio y sistema nervioso.
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Debemos tener en cuenta que a todos los pacientes hay que realizarles una toma
mínima de constantes vitales, realizando un registro de las mismas.
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En los lactantes y niños pequeños el sistema de termorregulación es inmaduro,
por lo que tendremos que tener especial cuidado con variaciones importantes de la
temperatura, porque puede perjudicarles seriamente.
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La
toma de constantes vitales
va a ser uno de los parámetros fundamentales para
observar el estado de un paciente, ayudándonos a identificar posibles situaciones
de compromiso vital.
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El tiempo es supervivencia y tenemos que manejarlo con rapidez e inteligencia. La
mortalidad del paciente traumático, tiene tres picos de frecuencia:
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Primeros minutos del trauma,
por lesiones cerebrales, lesiones de médula es-
pinal alta, lesiones cardiacas y de grandes vasos. Alta mortalidad de estos pacien-
tes en donde la labor preventiva la haría disminuir.
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Ocurre entre unos minutos o incluso horas después del trauma.
A conse-
cuencia de hematoma subdural, hemoneumotórax, lesión hepática o esplénica,
fractura pélvica. Por este motivo, se habla de la “hora de oro”, para recordarnos
la prontitud y rapidez con la que tenemos que actuar, realizando en primer lugar
la evaluación y resucitación en el menor tiempo posible, para aumentar la super-
vivencia de estos pacientes.
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Días o semanas después del trauma,
normalmente a consecuencia de una sep-
sis o fallo multiorgánico.